Hasta los veintisiete años puedo decir que mi
vida fue feliz, pero a partir de esa edad mi vida dio un giro de ciento ochenta
grados, pues empecé a salir con la
persona con la que me tenía que casar después de dos años y medio de relación,
y ahí empezó mi calvario. Era una persona muy celosa y con un carácter muy
difícil, siendo mi matrimonio muy desgraciado.
A los cinco años de estar casada me quedé
embarazada, algo que me llenó de alegría y pensé que las cosas podrían cambiar
para bien, a él le gustaban mucho los niños. Desde el momento que se enteró que
estaba embarazada le puso nombre al niño, porque tenía que ser un niño por
narices. Un día se me ocurrió decirle que a lo mejor era una niña porque yo
cada vez lo sentía con más fuerza que era una niña; pues después de enfadarse
mucho estuvo tres días casi sin hablarme, así que cada vez que se hablaba del
bebé, lo hacíamos como si fuera un niño. Entonces no se hacían ecografías a no
ser que tuvieras algún problema en el embarazo, pero gracias a Dios, fueron los
nueve meses más felices de mi vida, ya que tenía algo mío en que aferrarme, tuve
un embarazo muy bueno, y él estaba contento con su niño, se portaba bien
conmigo.
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