Llámate llama-luz, porque eso es lo que sois mis
queridos hermanos de la Tierra, cuando bajáis por primera vez a la Tierra sois
como una bombilla de mil watios, por poner un ejemplo, pero al entrar en
vuestro cuerpo denso la luz deja de alumbrar, pero eso no quiere decir que no
la tengáis dentro de vosotros, poco a poco iréis aprendiendo a sacar ese
potencial divino que todos y cada uno de vosotros lleváis dentro. Posiblemente
a unos les costará más que a otros, eso dependerá de lo recto que lleve el
camino y sobre todo de vuestras buenas obras, las cuales harán que la luz que
tenéis dentro se vaya filtrando por vuestro cuerpo y resplandeciendo en vuestro
semblante, de ahí viene el dicho que soléis decir de que la cara es el espejo
del alma.
Cuando consigáis a través de las
reencarnaciones filtrar la luz que lleváis dentro a través de vuestra materia
entonces, será cuando vuestro cuerpo de carne se convertirá en un cuerpo de
luz, lo cual quiere decir que volveréis a ser la bombilla de mil watios que
fuisteis al principio de bajar a la Tierra, con la diferencia que a través de
vuestras reencarnaciones os habréis ganado el diploma de Maestros Ascendidos.
¡Aleluya! porque seréis uno con el Padre.
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